viernes, diciembre 01, 2006

Clásicos contracultura: Luis Carandell

Esta semana la universidad de Salamanca ha decididio distribuir gratuitamente las páginas de Celtiberia Show que nunca fueron recopiladas en libro (como parte de la edición electrónica íntegra de la revista Triunfo).

Al hilo de tan magno evento, recuperamos esta sobresaliente entrevista con Luis Carandell, en la que hace un repaso a toda su carrera. En el momento de hablar con él, estaba escribiendo sus autobiografías personal y profesional: "El día más feliz de mi vida y "Mis picas en Flandes". El resultado es un viaje vertiginoso por la trayectoria de uno de los periodistas más notables del siglo XX, y un observador con un tino que los demás seguimos intentando heredar. Hay mucho que aprender en las siguientes líneas.


ENTREVISTA CON LUIS CARANDELL

Acontecida el 24-3-2000

Realizada y transcrita por Raúl Minchinela


Luis Carandell es un sabio. En particular es un maestro sobre la cultura, la idosincrasia y la naturaleza de la cultura española. Además de eso ha facturado libros que ya son clásicos incontestables de las bibliotecas de personas inquietas como sus Celtiberia Shows o su Tus Amigos no te Olvidan. Si sumamos que simultáneamente, en su época de mayor producción, era capaz de cuajar una biografía del líder del Opus Dei que hubiera matado de envidia al “nuevo periodista” Tom Wolfe o un reportaje suicida por las playas españolas en pleno desarrollo que hubiese firmado el periodista gonzo Hunter S. Thompson, sólo queda rendirse a sus pies. He aquí este irrepetible ejemplo de francotirador castizo, que tuvo la gentileza de sentarse a tomar unas cañas con nosotros y concedió esta entrevista exclusiva para Contracultura.


Cc: ¿Quién es Luis Carandell?

LC: Soy un periodista de ya cincuenta años de profesión. Nací en 1929 en Barcelona. He vivido toda mi vida en parte fuera de España en parte fuera de Barcelona. Ahora vivo en Madrid. He estado de corresponsal durante mucho tiempo en Egipto, en el medio oriente, en Turquía, en el sudeste asiático, en el Japón,... y luego me he dedicado mucho a relatos y libros de viaje en una revista de viaje que se llama viajar. Estuve como cronista de cortes –la palabra cortes significa parlamento, en el idioma español habitual-...

Cc:..Me gustaría ir despacio y con buena letra, para introducirnos poco a poco en su perfil. ¿Son anteriores sus corresponsalías o sus colaboraciones en Triunfo?

LC: Yo entré en triunfo en el año 68 y la corresponsalía cuando cayó el rey Faroucq fue en el año 52. Después estuve en Japón del 57 al 60, he vuelto luego para varios viajes, he estado de corresponsal en la URSS, cuando todavía existía la URSS,...

Cc: Esto venía a colación porque la perspectiva de España y del celtiberismo que usted tiene, ¿le viene desde el principio o nace en estas corresponsalías?

LC: No, no tiene nada que ver. Lo que pasa es que es posible que el hecho de haber pasado tanto tiempo fuera de España te hace que cuando vuelves a tu país lo ves como si fuera un país extranjero y te das cuenta de cosas que los que están permanentemente en su ciudad no perciben tanto. Esa fue la razón de que yo empezara una sección de cosas pintorescas de nuestro país...

Cc: ...que empezó con “Nosotros, los catalanes”, si mal no recuerdo...

LC: Sí. Mi colaboración en triunfo comenzó con “nosotros, los catalanes”, pero en seguida hice esa sección que tuvo enseguida éxito que se llamó Celtiberia Show porque se trataba de mostrar aspectos en parte bárbaros, en parte cómicos de la realidad española de una época en que España estaba muy encerrada. Porque había una dictadura y porque tenía muy pocas relaciones con el exterior.



Cc: Y haciendo un poco no tanto un sumario como una hipótesis de partida, ¿cómo definiríamos el celtiberismo que revela sus libros Los Españoles, los Celtiberia Show, Tus Amigos no te Olvidan, o incluso la -si me lo permite, extraordinaria- biografía de Escrivá de Balaguer? ¿Cómo definiríamos ese tronco común a todas ellas?

LC: Los antiguos romanos llamaban Celtiberia no a toda la península ibérica pero si a la parte más importante y que estaba más próxima a ellos, la parte que va desde el mediterráneo hasta aproximadamente el centro de la península. Al otro lado, en occidente, era Lusitania, y al otro lado eran los iberos propiamente. Pero los celtíberos fueron aquellos más representativos de la península. Y entonces siempre que se trata de hablar de cosas muy característicamente españolas, se emplea esta palabra de Celtiberia. Que yo la tomé por ejemplo de don José Ortega y Gasset, que la menciona en uno de sus libros porque recuerda al poeta Marcial, que era de Calatayud, y que cuando estaba en Roma se acordaba de su antigua casa celtíbera. Y esta fue la palabra que se ha quedado un poco como una muestra de lo más racialmente español que tiene algún tono de pintoresquismo, o de barbarie.

Cc: ¿Pero es descriptible? ¿Se puede hacer una descripción inicial del celtiberismo?

LC: Sí, se puede describir en cierto modo. Es un producto de una España bastante encerrada y que continúa con una especie de barroquismo que produce cosas tan graciosas como aquel cartel que vi yo una vez que ponía “PROHIBIDO ATROPELLAR NIÑOS BAJO MULTA DE 50 PESETAS”.

Cc: (Risas) Y entonces, ¿cómo explicaríamos la España profunda? Que vendría a ser el opuesto y complementario del celtiberismo: la sangre, la pasión,...

LC: La España profunda ha sido un término traducido del inglés. Ellos dicen, por ejemplo, “deep Africa”. Y quiere decir el Africa a la que no llegan los turistas, a la cual no se accede fácilmente, porque hay que pasar por caminos en muy mal estado. En realidad es una cosa un poco diferente de la España profunda porque en los años 60 y 70 te podías encontrar con muestras de celtiberismo en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza tan tranquilamente. No hacía falta ir por caminos muy extraños.

Cc: Quiero destacar la brillantez literaria de su obra, que es al fin y al cabo lo que nos ha traído aquí. Porque quiero subrayar en las obras mencionadas (Los Españoles, los Celtiberia Show, Tus Amigos no te Olvidan, y la biografía de Escrivá de Balaguer) una extremada capacidad de dar una opinión, a veces feroz, sin necesidad de escribir una sola línea propia. Colocando los textos de los demás en el orden correcto y escribiendo lo mínimo posible, construye usted un tapiz que declara clarisimamente su tesis sobre el personaje y da una opinión, a veces feroz, que a efectos digamos jurídicos nadie puede asignar a usted. Yo esto lo considero extraordinario. ¿Lo desarrolla por su cuenta o lo toma de algún escritor?

LC: Esto yo lo atribuyo a que mi estilo es muy periodístico, en el sentido de que no hace falta adjetivar, no hace falta decir usted es un burro, sino que basta con decir la burrada que el burro ha dicho para que se vea que es un burro. Si además se califica, entonces parece que se quiera estar influyendo en el lector, o en el oyente o en el televidente, para que note ese aspecto. Yo he preferido siempre describir la realidad a través de lo que la misma realidad dice, sin necesidad de muchos comentarios.

Cc: En la biografía de Escrivá es, en mi opinión, especialmente difícil. Primero, para sacar –casi arrancar- los testimonios, y segundo para ordenarlos de manera que construya una tesis como la que usted plantea, de Escrivá como el perfil de la persona que recibe a un mandatario en su enorme salón con suelo de Ónice que le dice a su invitado “¿ve usted este suelo?. Pues esta hecho de eso que con piedrecitas las señoras ricas se hacen anillos”.

LC: Sí, sí. A mi me costó bastante trabajo hacer ese libro, porque tuve que viajar por todos los lugares donde él había estado, el lugar donde había nacido, Barbastro, el seminario donde había estudiado, los comentarios de sus amigos y algunos familiares suyos, y los comentarios de los que le habían conocido. Porque no tuve ocasión de verle a él. Me negaron el acceso a él, pensando que yo iba a escribir una cosa contra él, cuando lo que quería era escribir una cosa sobre él. El hecho es que hacía cosas que podían caracterizarse de celtibéricas, en el sentido de que por ejemplo cogía una imagen del niño Jesús en medio de una reunión de estudiantes y se ponía a dar besitos al niño jesús: muá, muá, muá,... como si fuera su niño. Esta es una escena cómica, que para una película sería impagable. Con contar esto ya no necesitas decir “mira como era este señor”, sino simplemente contarlo. Y esa es la técnica que empleé.

Cc: Celtiberia Show, antes de alcanzar la época exitosa en el 70, comenzó como una sección puramente literaria que en un principio sólo podía interesar a los intelectuales amantes de las rimas de ciego. ¿Cómo consiguió convencer al editor para incluirla?

LC: Tuve que trabajar mucho en los principios para recoger las muestras, pero luego empezaron a lloverme historias, papeles, estampitas, programas, recortes,... de toda España. Es decir me convertí en una especie de papelera celtibérica de toda España. Y aquello me fue relativamente fácil. La dificultad estaba en seleccionar.

Cc: Además en una revista progresista como era Triunfo.

LC: Sí, y muy seria la revista. Precisamente, quizá, por eso mismo José Angel Ezcurra, que era el editor de Triunfo en ese momento, quizá penso que hacía falta meter una sección un poco humorística, fácil de leer...

Cc: Y eso que colaboraban Vázquez Montalbán, Chumy Chúmez,

LC: Bueno, Chumy Chúmez estaba más en Hermano Lobo, que era la revista que fundó. Triunfo era muy seria. Era una revista muy formal, muy seria, la gente la llevaba debajo del brazo para que se notara que no era franquista,... nosotros los llamábamos “los del sobaco ilustrado”. El grupo inicial eran Monleón, Moreno Galván, Haro Tecglen, De los Ríos, Márquez Reviriego,... La revista se hacía prácticamente con colaboraciones, había muy poca redacción. Y lo que se hacía era una revisión intelectual que no ocultaba la política aunque la disimulaba –porque entonces no se podía hacer política en esa revista- y que estaba más o menos consentida por el poder porque sabían que la revista estaba dirigida a los intelectuales, y que al resto pues no entendían nada y les daba un poco igual. Un poco de desprecio a la cultura. Pero Ezcurra pensó que quizá hacía falta en la última página una sección digamos fresca, una cosa graciosa,... bueno, al final se convirtió en una de las secciones fundamentales en Triunfo. Y luego apareció el libro en 1970. Y tuvo una difusión extraordinaria que yo no podía ni siquiera imaginar.

Cc: A mis ojos, y no olvidemos que lo he recogido veinte años después- el Celtiberia Bis es mucho más entretenido que el primer volumen, que tenía muchos textos sobre conferencias, el rastro,... Y sin embargo no hubo tercera parte. Por decirlo así, el más atractivo fue el que menos éxito tuvo.

LC: Si claro, porque el de arranque fue el que más se leyó. Y las segundas partes nunca fueron buenas, que decía Cervantes. La gente no lo apreció tanto. En realidad era la misma línea. Y luego se hizo una reedición en años más recientes seleccionando las cosas más llamativas.

Cc: De todas sus colaboraciones para triunfo, aparte de su columna “Silla de Pista”, hay un reportaje del que estoy enamorado en el cual se cogió un Seat 127 y viajó en el mismo verano a Benidorm, a Salou, a Zarauz,...

LC: Si, fui con un fotógrafo que ha muerto ahora, que se llama Xavier Miserachs. Aquello no fue Celtiberia Show pero si fue una descripción un poco celtibérica de la costa española. Entonces estaba el auge del turismo. Hicimos una descripción de la costa española a través de la gran transformación que el turismo supuso en esos años. Los elementos eran muy representativos porque por ejemplo Benidorm en ese momento estaba en pleno auge, el momento de la creación de una ciudad casi multicultural, digámoslo así, donde había gente de toda Europa. Casi lo que menos había era españoles. Había bares que solo tenían carteles y carta en alemán, otros en inglés, otros en sueco. Pero que creó una experiencia bastante interesante de sociedad multicultural y multinacional.

Cc: ¿Fueron en su perjuicio profesional los secuestros de Triunfo en su última época?

LC: Hombre, eso fue una cosa muy grave para Triunfo, y para mi también como redactor de Triunfo. Sobre todo para la empresa de Triunfo fue muy grave. Pero teníamos una relación tan estrecha con los lectores que hubo muchos que mandaron la suscripción del periodo de suspensión para que se viera que querían ayudarnos. A mi profesionalmente no me perjudicó en exceso, lo que pasa es que quedamos todos como una especie de oposición al régimen, tuvimos alguna llamada de algún tribunal,... no muy serio, porque como nos refugiábamos en el sentido del humor los jueces acababan riéndose. No incoaban el proceso porque lo encontraban cómico.

Cc: Lo digo porque Perich, que tuvo éxito con Autopista por la misma época –usted mismo lo prologó- sí que tuvo más problemas...

LC: Pero ten en cuenta que el hecho de publicar en un diario como lo hacía él, que publicaba en TeleExpress, era muy distinto que publicar en una revista dirigida a los intelectuales. El régimen distinguía muy bien esas cosas. Tú en televisión o en radio no hubieses podido decir nada de lo que decíamos nosotros en Triunfo. Mientras que para Triunfo, que insistía en el desprecio que tenían por la cultura, pensaban “esto va dirigido a unos cuantos chalaos que están en su casa y leen esta revista”. Esto era lo que pensaban en el fondo. Y entonces, claro, cualquier chiste de Perich que aludiera a la actualidad política del momento era mucho más perseguido que una cosa publicada en Triunfo. Lo cual no quiere decir que no llegase también el momento en que Triunfo también fue perseguido, porque notaron que se había pasado en algún aspecto. Pero era distinto que publicar en un diario.



Cc: En 1975 se publica “Tus amigos no te olvidan”, un pilar esencial en la obra de Luis Carandell. ¿Cómo nace esa obra sobre lápidas, epitafios y demás cultura necrológica?

LC: Como tenía un material tan amplio, tan amplio de cosas de todo tipo había en Celtiberia Show algunos aspectos de epitafios, necrológicas,... Tenía tanto material, y había recorrido tanto España,... Me había dedicado durante un año a recorrer cementerios, que es una cosa por la que tengo debilidad porque me parece que en el cementerio está el pasado y el futuro de la ciudad, que siempre he ido a visitar los cementerios, y encontré cosas verdaderamente fantásticas. Había uno que decía: “MARIANITA, NOS DEJASTE A LOS TRES MESES; QUE PRONTO EMPEZASTE A DARNOS DISGUSTOS”.

Cc: Mi pieza favorita es el sobre que cierra el libro, un sobre devuelto por fallecimiento del titular, en cuyo reverso el cartero, justificando la devolución, escribió: “MURIO SIN DEJAR SEÑAS” ¿De donde sale esa joya?

LC: Este lo tengo yo. Pero no la envié yo. Me mandaron a mi esa carta. El cartero escribió “murió sin dejar señas. Pensó: en el cielo o en el infierno no hay calles.

Cc: También de esa época es la mencionada biografía de Escrivá, cuando el Opus Dei está en pleno apogeo, y supongo que su libro cae como una bomba.

LC: Sí. Entonces, sobre todo en el año 68 o 69, hasta que vino el estado de excepción –luego cambiaron las cosas-, el Opus era la fuerza, digámoslo así, moderna, la fórmula moderna y tecnocrática que salvó al franquismo de una decadencia que ya era patente a través del desarrollo económico. Esto fue muy importante. Ahora ha muerto López Rodó, hombre del Opus Dei y que fue un hombre para mi juicio capital en la evolución española, porque con el plan de desarrollo puso las bases de la modernidad digamos económica, y que hizo cambiarlo todo. De manera que cuando se dice que el Opus contribuyó a cambiar la faz de España es una realidad. El Opus, no como tal Opus pero sí personas que estaban en la órbita o en el ambiente del Opus Dei y que habían recogido el consejo de Monseñor Escrivá, que era el identificar el éxito en la tierra con el éxito en el cielo. En santificar el trabajo. Esto es una idea de Escrivá, que no se le puede negar, que ha tenido un peso muy importante. Entonces el Opus legitimó en cierto modo la dictadura de Franco, no se metieron en el aspecto político pero sí lo desarrollaron y debido a ese desarrollo luego se produjo la democratización. Porque la gente salió del estado de postración en que estaba y empezó a vivir una vida más moderna.

Cc: ¿Y tuvo represiones del Opus?

LC: No, nunca. Ninguna. Supe de algún señor del Opus que había entrado en una librería, había comprado mi libro de Monseñor Escrivá y había empezado a romper las páginas para demostrar el desprecio. Pero nunca me ha pasado que un responsable del Opus me impidiera escribir en un sitio,... nunca me ha ocurrido. Eso debo decirlo.

Cc: Mi generación le conocemos particularmente como presentador del programa de televisión Parlamento. Y me extraña que un programa institucional en estado puro se deja en las manos de un francotirador con fama de humorista como era el Carandell de la época, el Carandell radical, si me lo permite. ¿A quien se le ocurre la idea y cómo cristaliza?

LC: Se le ocurre la idea a José Luis Balbín. Balbín era el jefe de informativos y me llamó para hacer la crónica parlamentaria. Y yo lo que intenté fue conectar el parlamentarismo español del 76-77 con el parlamentarismo español antiguo de la s cortes de Cádiz. Porque había muchos televidentes que no sabían que la democracia y el parlamentarismo no era una cosa inventada entonces sino que tenía raíces que venían de 1810. Hay que pensar que España es el tercer país del mundo que hace una constitución liberal. La primera fue la de EEUU, la segunda la de Francia y la tercera la de España. Recoge ideas de la revolución francesa, también de los americanos, y hace una constitución en la que todavía está el Rey con las cortes pero ya las cortes, es decir, la representación popular, tiene un papel en ella. Se puede llamar una constitución, si no democrática, predemocrática. Entonces, el anecdotario de las cortes, que va de 1810 hasta 1936, cuando comienza la guerra civil, incluso hasta el 39, era muy importante el resucitarlo para que la gente se diera cuenta de que habíamos tenido un siglo largo de parlamentarismo y una tradición parlamentaria importante. Y eso fue la idea de a través del anecdotario parlamentario meter la idea de que no venía de ahora sino de atrás.

Cc: Y cuajó también el libro “El Show de sus señorías”

LC: Como anecdotario se recogió en el libro “El Show de sus señorías”. Luego ha habido otro titulado “Se abre la sesión”, ordenado cronológicamente. Significó dar el pulso humano, y el ingenio, de los parlamentarios españoles a través de este anecdotario.

Cc: Pero en TV, la fama y las ventas son así, veían a un humorista hablando del parlamento...

LC: Creo que la gente lo agradecía, porque era una especie de ilustración. La crónica parlamentaria suele ser muy aburrida; es siempre: “ayer se discutió la ley tal tal tal, hubo dos enmiendas a la totalidad defendidas por el partido tal y fueron rechazadas...”. Entonces yo metía siempre algún aspecto anecdótico de las Cortes.

Cc: ¿Podemos decir que esa época es la que sirve como transición del Carandell radical y asesino al pensador reposado que tenemos hoy en día?

LC: (Risas) Ni asesino, ni reposado, ninguna de las dos cosas. (Risas) Hombre, en el franquismo y en los primeros tiempos de la democracia cualquier cosa que dijeras era revolucionaria, porque la situación era tan absurda que cualquier chiste que hicieras era revolucionario. Y ahora ya es mucho más difícil en el sentido de que ya dentro de la democracia cada uno tiene su pensamiento, cada uno tiene su partido, las cosas funcionan más debatidas, hay una gran libertad de prensa, de manera que se puede decir prácticamente lo que se quiera en los periódicos,... Y claro, ya no tiene esa especie de morbo que tenía en el momento den que decir cualquier cosa... Yo me acuerdo que un amigo mío se hizo famoso porque dijo “esto es un viento que viene del este”.

Cc: Y desde entonces florece el Carandell tertuliano que es básicamente con el que nos hemos quedado. Una persona cuyo oficio es hablar de lo que le pidan...

LC: Bueno, lo que pasa es que las tertulias en España... yo creo que no pasaría en ningún país del mundo, aunque supongo que en Latinoamérica también... los españoles nos atrevemos a hablar de todo. Y es asombroso. En Alemania no funcionarían jamás las tertulias que se emiten aquí en la radio porque la gente diría: “espere, voy a llamar a un vecino mío que es especialista en esto que dice usted y él se lo contará mejor que yo”. Aquí la gente lee el periódico y habla de todo. Sabe de todo. Y es una cosa característica ibérica, o iberoamericana, portuguesa... A mi a veces esto me da un poco de vergüenza y a veces he llegado a decir: “mira, yo de esto no sé más que lo que he leído en el periódico, pero si quieres llamamos a un señor que yo conozco que lo sabe verdaderamente”. Porque se habla de cuestiones de meteorología, cuestiones de ecología, cuestiones de religión, cuestiones de alta política,... claro, de todo, sin a lo mejor el conocimiento de causa que se requiere. Pero esto viene de la tradición de la tertulia española. Que es tan antigua como España. Siempre aquí se ha conversado mucho por el placer de conversar, siempre se han hecho bromas, siempre se ha discutido de todo, y las tertulias tienen una importancia que en otros países no tienen.

Cc: Me gustaría destacar aquella tertulia de tarde en antena 3 radio, porque era una tertulia tan atípica que venía el Sr. García Juez, que era el moderador, con una serie de temas y creo que jamás se pasaba del segundo...

LC: ¡Nunca! Siempre acabábamos hablando de otra cosa. El tenía unos papeles, e iba diciendo las noticias del día y decíamos “déjese usted de esto” –nos llamábamos de usted siempre-, “déjese, que lo importante de hoy es que me he comido unas pochas con codorniz que estaban extraordinarias”. Claro.

Cc: Y actualmente se dedica poco menos que a dar conferencias a la carta...

LC: Lo que pasa es que como cualquier periodista nos caracterizamos por la curiosidad. Y yo que nunca he sido particularmente piadoso ni religioso me he interesado mucho por ejemplo por el Camino de Santiago, porque es un fenómeno universal, europeo pero universal, extraordinario. Hay un libro que escribí hace poco, dos años. Me ha interesado mucho porque se habla de ello y los periodistas procuramos tratar el asunto del cual se habla, es una regla del periodismo, que hoy tu tienes que poder hablar de la crisis del partido socialista y no de una cosa abstracta que no tiene nada que ver con la sociedad.

Cc: De hecho usted es de los pocos que, siendo didáctico, se remonta al origen de las cosas para llegar a las raíces...

LC: Es que cuando te metes un poco a estudiar, comienzas a viajar, buscas siempre el hacer una especie de relato general, que no se trate de una teoría sino de una descripción de lo que has visto en diversos aspectos. Yo por ejemplo del camino de Santiago no he destacado ni el aspecto religioso, aunque lo he tratado un poco, ni el aspecto artístico puramente, que se puede hacer un libro solo de eso porque es un verdadero museo, ni el aspecto esotérico donde los peregrinos creen que van andando por las estrellas y no por la tierra, ni el aspecto puramente paisajístico. Sino hacer una especie de resumen de todo, para que tanto el que va como el que prefiere sentarse en casa con el libro pueda darse cuenta de lo que significa el camino de Santiago.

Cc: Me sorprende que dejase de lado la parte religiosa, sobre todo habiendo publicado usted un Santoral, con vidas de santos.

LC: Siempre he tenido mucha afición. Eso lo hice en radio nacional, con Julio César Iglesias y Eli del Valle, el contar el santo del día. Y nos divertíamos mucho porque los santos hacen unos milagros...

Cc:...un poco raros...

LC:... como esa chica de Avila que iba desde su pueblo a la ciudad a ver el sepulcro de San Segundo, patrón de Avila, y de pronto la persigue un violador. Se mete en una ermita a orarle... y le crece barba. Entra el violador y le dice: “ha visto usted una chica por aquí” (Risas) Y eso es un milagro (Risas) Entonces, este tipo de milagros es un producto de la imaginación popular y de la creación por parte de algunos escritores que debían ser geniales, de unos hechos milagrosos que la iglesia hoy en día ya no los contaría así. Pero que durante siglos los estuvo contando así. Mi abuela me los contaba.

Cc: Pues los –más actuales- milagros que usted comenta en el epílogo de la reedición de la biografía de Escrivá han pasado para la beatificación y son igual de ridículos que estos.

LC: Como estos, igual. Ya sabes que queda la exigencia de que para hacer beato a una persona tiene que hacer un milagro. Y para ser santo tiene que hacer dos. Santo todavía no lo es, pero el milagro de la beatitud ya se le ha concedido. Hubo una señora que le había rezado,... había lo que se llamaban Boletines de Favores, las cuales cuando una orden quiere beatificar o canonizar a uno de sus fundadores o miembros, pide a la gente que cuente qué milagros han vivido, y se ven milagros curiosísimos, como de aquella señora que decía: “no podía vender una finca, le recé a Monseñor Escrivá, y conseguí más dinero del que esperaba obtener” (Risas).

Cc: Vamos a hacer una especie de test sobre el país. ¿Cuál es el aspecto en el que, en su opinión, menos han cambiado los españoles?

LC: Bueno, en todos los cambios hay una especie de trampa. Parece que las cosas cambien mucho y posiblemente no cambien tanto. Y lo hemos visto en las últimas elecciones donde mucha gente ha votado muy tradicional, y han ganado las derechas tradicionales, sin que sean semejantes o iguales a las de antes, pero que tienen mayor tradición de continuidad de las tradiciones españolas. Entonces el cambio... Es muy peligroso el hablar de cambio, porque cuando se produce tan bruscamente que de pronto la señora que era de la congregación mariana y que iba a misa y comunión diaria, de pronto se echa un amante, pues ahí tienes que sospechar que el cambio no es tan grande sino que hay una especie de necesidad de adaptación a la nueva época, pero que luego, con el tiempo, vuelve la verdadera tradición. O sea, que cuando se habla de cambio hay que tener mucho cuidado. Porque a veces cuando las cosas cambian demasiado es porque no cambian tanto.

Cc: Elija tres imágenes para resumir la España de la segunda mitad del siglo XX.

LC: (piensa) La espada flamígera, aunque en 1950 ya estaba un poco en decadencia. Después,... el manto de la Virgen del Pilar que le llevan al general Franco cuando se está muriendo para ver si se salva. Y finalmente la explosión democrática de esa gente que eran, yo creo, más modernos de lo que podían ser.

Cc: Nuestra generación apenas tiene conciencia de la dictadura y las opiniones que recibimos son siempre contradictorias. ¿Problema de educación, deseo por olvidar?

LC: Olvidar... lo que se puede hacer es perdonar, pero olvidar es muy peligroso porque siempre tenemos la posibilidad de volver a las cosas antiguas. Un pueblo que olvida su historia está más en peligro que uno que la tiene muy presente. Y a veces es un poco pesado que los abuelos cuenten las batallas, y los chicos jóvenes tienen tendencia a no escuchar mucho como es natural, y no tienen por qué escuchar. Cuando algún chico joven me dice “aquí no hay libertad”, siempre digo “oye, yo se lo que es no tener libertad de verdad”. Y en comparación con lo que yo he vivido... Ya se que la libertad no es absoluta, pero en comparación con lo que he vivido en la España de los años 50, 60 y 70, esto no es nada. Sobre esta labor didáctica, lo que pido es, a la gente mayor que lo cuente, y la gente más joven que lo escuche.

Cc: Razones que nos den esperanzas para pensar que la cultura española va a sobrevivir a los envites de la cultura norteamericana y su glamour.

LC: También creo que es una cuestión de modas. Hubo un momento que se puso muy de moda la cultura norteamericana, ahora está un poco más en decadencia. Por ejemplo yo lo he notado mucho con las comidas. Tradicionalmente aquí se comía la comida española tradicional, después vinieron las Nouvelle Cuisine y las cosas venidas de fuera, las hamburguesas,... Ahora me da la impresión de que hay un cierto regreso a las lentejas con chorizo y las judías blancas con codorniz. Eso creo que pasa por modas. Pero desde luego que el descubrimiento de la cultura tradicional española reserva cosas muy buenas. De la misma manera que he dicho que me río mucho con la cultura tradicional española, sin embargo tenía cosas muy buenas. Como por ejemplo, una capacidad de contacto entre las personas, de conversación con gente de cualquier estilo, de una especie de confianza de estar entre españoles y pasarlo bien, que en la vida moderna se ha ido perdiendo un poco, y da la sensación de que hay una especie de nostalgia por la recuperación de algunas de las virtudes tradicionales. Decía Juan Marichal, que es una de las personas que más admiro, historiador que estuvo en Harvard mucho tiempo, que la cohesión de España es la cordialidad. Y esto a mi me gusta mucho, la palabra cordialidad me gusta mucho para expresar un ideal español. Yo creo que la gente joven esto lo ha salvado bastante, lo ha hecho bien. Quizá me parece que falta un poco de relación entre las generaciones. Ha habido un gran descrédito de todo lo antiguo y también de las personas que representan o que proceden de ese mundo.

Cc: ¿Pajares y Esteso o Faemino y Cansado?

LC: Bueno, lo que pasa es que no doy abasto a leer, escuchar y ver todas las funciones y todos los libros. No estoy nada cerrado. No soy de los que dicen “lo bueno era Concha Piquer”, que era muy buena. Me ha gustado muchísimo los conciertos de música moderna, y el otro día sentí una gran satisfacción al enterarme de que en Leganés le pusieron una calle al grupo australiano AC/DC, que me parece una cosa estupenda.

Cc: Justifique el fenómeno puramente celtibérico de Chiquito de la Calzada.

LC: No lo justifico. Porque siempre he sido partidario del humor pero a veces hay humores que aparecen por televisión que me parecen salidos del verdadero sentido del humor. Si tienes que recurrir a decir alguna vulgaridad has perdido el sentido del humor y lo has convertido en otra cosa. Aunque hagas reír a la gente, no lo aplaudo. Y no me estoy refiriendo sólo a él, a quien no he visto, sino en general a todo el humor que aparece actualmente en los programas de televisión. Me sobrecoge un poquito porque es un humor demasiado obvio. Demasiado fácil. El humor es algo más delicado que eso.

Cc: Para terminar: estamos ante un experto en epitafios, y ya que no va a querer hacer el de usted, dígame el que le pondría a su mejor amigo.

LC. Pues tengo un amigo muy bueno que le pondría este epitafio: YA NO TOSE.


Luis Carandell Robuste (Barcelona, 1929 – Madrid, 2002)

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